jueves, noviembre 26, 2020

EL GRUPO DE LAS CUATRO AES

  

EL GRUPO DE LAS CUATRO AES


SR. ALEJANDRO           

 Era un lluvioso día de otoño y los alumnos entraban en las clases. El tutor de 6ºA, el señor Alejandro, un profesor de aspecto alto y delgado, de pelo negro y ojos azules con una camisa clara y corbata bien ajustada, les observaba con desgana.

 Los cuatro amigos, Asier, Aina, Alan y Abril se sentaron en sus asientos y conversaban alegremente como cualquier otro día de colegio:

 -¿Os habéis enterado de que tenemos examen el viernes?- preguntó Asier:

-No- respondió Aina

 - Pues los de  6ºB dicen que el Sr. Alejandro se ausenta en las clases constantemente- dijo Alan:                                                                     

-Qué extraño, a las nuestras siempre llega tarde, si os dais cuenta – dijo Abril.                                                           

-Bueno chicos, dejad de hablar y abrid vuestros libros de Matemáticas por la página 24, Abril, sal a corregir- dijo,   dando unas palmadas y señalando a la niña.                             

   Abril se separó de su mesa y se dirigió a la pizarra  mientras comprobaba sus deberes.

 Después de una larga clase de Mates los amigos se   volvieron a juntar en la mesa de  Asier. Todos parecían   agotados y   desilusionados, les habían mandado muchos deberes. Entonces Aina les dijo:                          

 - Respecto a los que habéis dicho antes, Abril y Alan, Alejandro se ha               

vuelto a ir-

-¿Le seguimos?- preguntó Asier.

 -Eso va contra las normas- le respondió Aina con rigor.

 -Pero me mola- respondió Abril.

 - ¡Pues venga, que se nos escapa!- gritó Alan echando a correr, seguido de sus amigos.                                                                                                                              

Siguieron al profesor Alejandro rápidamente y observaron como este se introducía en el cuarto de la limpieza. Ellos se metieron también, no sin cierto temor y se encontraron con algo fascinante.  

El habitáculo estaba lleno de fregonas, escobas y estropajos y, lo más extraño de todo es que, al fondo, había un pasadizo oscuro lleno de una neblina oscura. Al fondo se distinguía la figura del profesor y ellos le persiguieron sigilosamente.

Pasaron 15 minutos y llegaron a una sala algo más grande. Estaba llena de pantallas apagadas, teles en las paredes, ordenadores portátiles y computadoras enormes. El profesor Alejandro le dio a un botón de una de los ordenadores, que por cierto, parecía muy antiguo y, al instante, se encendieron todas las pantallas a la vez. En cada pantalla aparecían distintas zonas de la escuela, donde se veían a alumnos pasear por los pasillos dirigiéndose al patio.

 Los niños no tenían idea de qué podía estar haciendo su tutor, pero de repente, un teléfono negro de los años 50 sonó.

 -¿Diga?- dijo el señor Alejandro, que cogió el teléfono inmediatamente.

 -Ya han llegado- respondió la voz del teléfono.

 ¿A quién se refería, quién había llegado, quién...? Les surgían muchas preguntas y tenían claro que necesitaban saber la respuesta. Entonces el profesor colgó el teléfono   y miró su alrededor, obligando a los amigos a esconderse. El señor Alejandro se dirigió a unos de los portátiles y escribió a alguien por correo.

 Los amigos se fueron al ver que el profesor se giraba y se dirigía al exterior.

 A la mañana siguiente el profesor parecía más alegre de lo normal y les dijo a todos los alumnos:

 -Queridos alumnos, tengo una buena noticia que daros. El director me ha informado de que se ha abierto una nueva sala, por petición mía, siendo modesto. Si tenéis la amabilidad de acompañarme- dijo haciendo un ademán con la mano y saliendo por la puerta, mientras los alumnos le seguían ilusionados.

 Alan, Abril, Asier y Aina conversaban entre ellos intrigados:

 -¿Y si la nueva sala es en la que nos colamos ayer?- preguntó Asier intrigado.

 -Es posible- respondió Aina.

-Seguramente sea una nueva sala de informática- dijo Alan dando unos saltitos mientras seguían la fila de niños detrás del profesor.

 Por los pasillos se les fueron uniendo más clases de 5º y 6º de primaria, todos ellos aparentaban estar de lo más nerviosos.

 Al llegar a pabellón de la escuela, que se encontraba en la parte central de la misma, observaron al director, un señor mayor, algo regordete y de aspecto serio. Con un ronco vozarrón les explicó a los alumnos:

 -Queridos alumnos y alumnas, gracias al profesor de 6ºA, el señor Alejandro, se ha  inaugurado una nueva sala de informática…-

 -¡Os lo dije!- exclamó ilusionado Alan.

 -Está bien, está bien, pero calla un poco-le susurró Abril al oído.

 -Por clases iremos entrando y saliendo de la nueva aula para que el profesor Alejandro os lo explique- continuó el director dando paso al profesor.

 -Gracias. Pues sí, después de varios meses preparando la clase de informática, al fin lo hemos conseguido, y me gustaría dar las gracias al A.M.P.A del cole, ya que nos ha ayudado mucho en este procedimiento- el pabellón se inundó de aplausos y vítores de los alumnos y los profesores de las demás clases y después Alejandro siguió:

 -Bueno, pues a qué estamos esperando, por favor, que 6ºA me acompañe y, cuando ellos salgan, que entre 6ºB y así sucesivamente hasta que todas las clases hayan visitado el nuevo aula…-

 Y así lo hicieron, cuando todas las clases hubieron entrado y salido todas las clases de 6º de primaria y 5º de primaria, volvieron a su clase más ilusionados de lo que habían salido         

Texto de: Brenda Riobello - Olga Romera
lustrado por Irati Lorca.

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